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Gestión de las plantas invasoras

Uno de los problemas principales que afecta a la conservación del medio natural es el de las plantas invasoras, especies exóticas que han conseguido establecerse y expandirse en el medio natural, a menudo alterado por el crecimiento de la actividad humana, gracias a una gran capacidad reproductiva y de dispersión.

Una de las vías de entrada más común de las plantas invasoras es su utilización en jardinería, ya que algunas de estas especies pueden expandirse desde los viveros de planta ornamental o desde los jardines. Algunas de estas plantas escapadas pueden alterar las características, las condiciones, el funcionamiento, la forma o la naturaleza de los ecosistemas naturales.

La legislación española (Real Decreto 630/2013, de 2 de agosto, por el que se regula el Catálogo español de especies exóticas invasoras y Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad) define como especie exótica invasora la que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor o por el riesgo de contaminación genética.

La legislación europea (REGLAMENTO (UE) No 1143/2014 de 22 de octubre de 2014 sobre la prevención y la gestión de la introducción y propagación de especies exóticas invasoras) define como especie exótica invasora aquella especie exótica cuya introducción o expansión haya demostrado ser una amenaza o tener efectos adversos sobre la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas. Igualmente, según la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB), una especie exótica invasora es aquella cuya introducción o expansión amenaza la diversidad biológica.

Ambas legislaciones anteriores, al igual que la CDB, establecen que no es suficiente que una planta exótica, para ser considerada como invasora, esté naturalizada o se pueda naturalizar sino que, además, debe causar o poder causar daños a los ecosistemas naturales o seminaturales o a los servicios de los ecosistemas que contribuyen al bienestar humano. La legislación establece también los mecanismos y los criterios para considerar una planta exótica como invasora. A tal efecto debe haber información científica y técnica que indique que constituye una amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats o los ecosistemas, la agronomía o los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural.

Entre las plantas alóctonas, introducidas o exóticas y las plantas invasoras o las plantas no deseadas, se pueden distinguir distintos grados según su potencial invasor, aunque a veces pueden cambiar las circunstancias y pasar una especie a otro grupo.

La mayoría de plantas exóticas naturalizadas tienen efectos ecológicos y económicos nulos o de escasa importancia, pero algunas pueden causar impactos sobre los ecosistemas naturales o a los servicios de los ecosistemas.

Objetivos de la gestión de las plantas invasoras

• Minimizar los riesgos que suponen las plantas invasoras o que pueden suponer las plantas exóticas con potencial invasor.
• Detectar precozmente la presencia de plantas invasoras en el medio natural o seminatural.
• Hacer una estimación del potencial de invasión de las plantas exóticas cultivadas en el ámbito de la jardinería y el paisajismo, incluido el ámbito de producción de plantas de jardín o destinadas a la restauración del paisaje.
• Hacer una estimación del potencial de invasión de las plantas exóticas aún introducidas y que se pretenden introducir.
• Disponer de unos protocolos de trabajo que garanticen una gestión adecuada de las plantas invasoras.
• Establecer los criterios de elaboración de un plan de gestión de las plantas invasoras, para la realización de inventarios de las plantas invasoras o potencialmente invasoras y para la planificación de las tareas de prevención, control y erradicación de las plantas invasoras.
• Implementar el código de buenas prácticas de aplicación en jardinería.
• Elaborar propuestas de uso de plantas alternativas a las invasoras.
• Implementar una jardinería sostenible sin plantas invasoras.
• Promover la difusión y la concienciación de la problemática que representan las plantas invasoras.

Principales impactos de las plantas invasoras

• Contribuir de forma significativa a la pérdida de biodiversidad y a la degradación de los ecosistemas.
• Colonizar hábitats naturales o seminaturales.
• Producir una disrupción en la dinámica y la estructura de los ecosistemas naturales, debido a relaciones de competencia directa o indirecta, desplazamiento de la flora local, introducción de plagas y enfermedades, alelopatías, hibridación, etc.
• En circunstancias determinadas y en ecosistemas frágiles, como son las islas, influir en la extinción de taxones endémicos cuando el taxón invasor compite con estos por el mismo nicho ecológico.
• En algunos casos, ser vectores de plagas y enfermedades que pueden afectar a especies autóctonas o a especies cultivadas de interés económico.
• En algunos casos, causar daños a la ganadería al ser tóxicas, ya que tienen este mecanismo de defensa frente a los herbívoros.
• En algunos casos, causar daños a la agricultura o a la ganadería al ser espinosas y dificultar el manejo.
• Invadir campos agrícolas irrigados, afectando su producción.
• Colonizar las franjas de transición entre el medio natural y el medio rural.
• Invadir márgenes de obras lineales viarias, dificultando el tráfico.
• Invadir orillas de ríos o de canales navegables, dificultando la navegación.
• Invadir cursos de agua, naturales o artificiales, dificultando la circulación del agua.
• Provocar fenómenos de eutrofización de las aguas.
• En algunos casos, inducir problemas de salud pública.
• En algunos casos, servir de hábitat de reproducción de insectos como por ejemplo los mosquitos.
• Contribuir a la homogeneización de la biosfera.

Características intrínsecas que suelen tener las plantas invasoras

• Crecimiento vigoroso y rápido.
• Facilidad para dispersar sus semillas o propágulos.
• Facilidad para incrementar la extensión de sus poblaciones.
• Existencia de mecanismos de dispersión a larga distancia, por ejemplo gracias a las aves migratorias, y, como consecuencia, facilidad de establecer nuevas poblaciones.
• Longevidad de las semillas o propágulos.
• Capacidad de formar bancos de semillas persistentes en el suelo.
• Capacidad de reproducirse tanto por vía sexual como asexual o vegetativa.
• Alta valencia ecológica, con capacidad de adaptación a un amplio rango de condiciones ambientales.
• Rusticidad y capacidad de supervivencia en condiciones adversas.
• Tolerancia a condiciones de cultivo extremas.
• Afinidad climática entre la zona de origen y la localidad invadida.
• Procedencia de una región de clima más extremo al de la nueva localidad.
• Falta o escasez de enemigos naturales o competidores.
• Producción de substancias con efectos alelopáticos sobre la flora autóctona.
• Existencia de metabolismos alternativos (C-4, CAM), especialmente en el caso de
zonas áridas, muy cálidas o con mucha insolación.
• Bajo contenido de ADN nuclear.

Factores y características del entorno que favorecen el proceso de invasión

• Ambientes o hábitats alterados, o destruidos, como son los que han sufrido algún proceso de degradación ambiental o debido a alguna circunstancia natural o antrópica (incendios forestales, riadas, etc.), fácilmente ocupados por especies capacitadas para la colonización, no necesariamente autóctonas.
• Taludes de obras lineales viarias o márgenes de canales, a menudo en contacto con el medio natural o seminatural.
• Presencia de ambientes o hábitats estructuralmente deficientes.
• Transitoriedad de ambientes o hábitats, como por ejemplo áreas incendiadas, ataludamientos, ciénagas o parcelas abandonadas.
• Proximidad a ambientes o hábitats sensibles a la invasión, como son los ambientes fluviales, las orillas de lagos o lagunas, las ciénagas o marjales, las turberas, los manteles marginales del bosque, los sistemas dunares, los taludes inestables, los acantilados o las roquedas marinas.
• Elevada frecuentación humana y proximidad a zonas con actividad humana (zonas urbanas, zonas agrícolas, playas, etc.).
• Condiciones ambientales extremas (sequía, salinidad, fuertes vientos, humedad elevada, etc.).
• Existencia de un régimen de humedad en el suelo más favorable que en su entorno, de manera que se pueden formar santuarios o corredores para determinadas plantas invasoras no adaptadas al régimen hídrico local.
• Existencia de unas condiciones térmicas benignas y proximidad al mar, que favorecen la introducción de especies termófilas que pueden resultar invasoras.
• Insularidad, ya que las plantas insulares autóctonas han coevolucionado en condiciones de menor competencia.

Debe hacerse una mención especial a las plantaciones y siembras que se efectúan en espacios naturales o en su entorno y en obras lineales viarias, así como en el uso de plantas acuáticas tanto en balsas y estanques de jardín o en acuarios, que pueden fácilmente traspasar las zonas de cultivo e invadir los ecosistemas naturales y seminaturales.

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