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Especificaciones de calidad en árboles de hoja perenne (parte I)

Los árboles de hoja perenne se cultivan en el campo o en contenedor, generalmente cultivados al exterior. Muchas especies de árboles de hoja perenne pueden ser cultivados de una u otra manera, según las necesidades de cultivo y el programa de producción utilizado. Deben ser cultivados de acuerdo con las necesidades de la especie o cultivar, la edad y la localización. Deben recibir un tratamiento adecuado (poda de formación, refaldado, repicado, recorte, tutorado, etc.).

Los árboles suministrados deben tener identidad y pureza de lote adecuadas con relación al género o especie a la que pertenezcan y, cuando se comercialicen o se quieran comercializar con una referencia al cultivar, deben tener también identidad y pureza de lote adecuadas respecto al cultivar.

Los cultivares deben estar denominados de conformidad con las normas internacionales aceptadas, siendo recomendable la utilización de la Lista de nombres de plantas leñosas, reconocida como estándar europeo por la Asociación Europea de Viveristas (ENA – European Nursery Association).

Condiciones de cultivo

1. Árboles cultivados en el campo o en plena tierra

  • Árboles con cepellón. Los árboles cultivados en el campo están destinados a ser comercializados con cepellón. En algunos casos, pueden ser cultivados primero en el campo para después ser puestos en contenedor (enmacetado). Los árboles cultivados al campo deben ser repicados periódicamente.
  • Repicados. La calidad de un árbol cultivado en el campo se caracteriza principalmente por el número de veces que ha sido repicado antes de ser arrancado para su comercialización. Es importante, especialmente en el caso de sistema radical con raíz principal axonomorfa, limitar el crecimiento longitudinal de esta para favorecer la emisión de raíces secundarias.

En el caso de los árboles cultivados en el campo, es aconsejable que sean repicados periódicamente, con una frecuencia que depende de su tamaño o edad y de la especie o cultivar a la que pertenecen.

El primer repicado que debe tenerse en cuenta se produce cuando se repica el plantón o la plántula en el plantel o cuando pasa del plantel al campo. Los repicados posteriores se pueden llevar a cabo en el campo, sin necesariamente tener que mover el árbol. También se lleva a cabo un repicado cuando se efectúa un trasplante de un campo a otro o un reenmacetado. En cambio, no puede considerarse como repicado el arranque de la planta para su comercialización, ni la labranza superficial del terreno, entendiendo como superficial aquel que no corta raíces a más de 20 cm de profundidad. Los árboles repicados deben mantenerse en disposición de ser repicados de manera adicional y periódica. El espacio entre las plantas después de cada repicado debe ser proporcional a las necesidades de la especie o cultivar y a sus dimensiones.

Los árboles ramificados o de copa ejemplares deben haber sido repicados como mínimo dos veces y, para perímetros superiores a 30 cm, tres veces. Los árboles ramificados ejemplares con varios troncos deben haber sido repicados como mínimo dos veces. Para perímetros superiores a 40 cm, deben haber sido repicados como mínimo tres veces.

  • Tierras. La tierra utilizada en la producción de árboles con cepellón debe tener una buena aptitud agronómica para su cultivo y para su implantación posterior, de manera que facilite una buena supervivencia posplantación. Debe estar libre de semillas y propágulos de plantas no deseadas, de enfermedades y de plagas. Las características que debe tener una tierra apta para árboles ornamentales dependen del tipo de cultivo y el destino, de la especie/cultivar de que se trate, del sistema de producción del vivero, de las características climáticas de la zona de producción y de las de implantación, teniendo en cuenta la previsión de la época de plantación. A la vez, no debe dejar residuos indeseables en la plantación definitiva. Debe permitir el desarrollo de las raíces en todo el volumen del cepellón.
  • Formación del cepellón. Los árboles deben ser extraídos del campo con el correspondiente cepellón para posteriormente ser suministrados con este. Solamente podrá utilizarse para constituir el cepellón sólido la tierra adherida a las raíces durante la extracción y no podrá añadirse ninguna otra tierra o sustrato.

2. Árboles cultivados en contenedor

  • Aspectos generales. Un árbol cultivado en contenedor debe haber sido cultivado el tiempo suficiente para que las nuevas raíces se desarrollen de tal manera que, en el suministro, el cepellón mantenga su forma, esté suficientemente cohesionado y se aguante de manera compacta cuando se saque, pero tampoco llegue a presentar espiralización de las raíces por el hecho de haber permanecido en él demasiado tiempo. Puede haber sido cultivado en un contenedor y después repicado o trasplantado a otro mayor, siempre que, en el suministro, se mantengan las condiciones anteriormente mencionadas. En el caso de árboles puestos en contenedor, antes de poder ser comercializados, deberán permanecer en él al menos durante un ciclo de cultivo, es decir, el tiempo suficiente para que las raíces vuelvan a formar cepellón.
  • Contenedores. Los contenedores deben ser capaces de mantener un buen desarrollo de las raíces nuevas dentro del cepellón. Hay muchos modelos distintos de contenedores, con diseño, dimensiones, relación altura/diámetro, material y formato muy diversos.

Es recomendable el uso de contenedores que dispongan de un sistema antiespiralizante que disminuya el riesgo de espiralización de las raíces o, para algunos casos, contenedores cuyas paredes hayan sido tratadas con sustancias inhibidoras del crecimiento de las raíces como por ejemplo algunos derivados de cobre. Como norma general, los árboles cultivados en contenedor, excepto los de crecimiento muy lento, deben ser cambiados a un contenedor progresivamente más grande (reenmacetado), con una frecuencia anual o de cada dos años, en función del crecimiento de la planta y del tamaño del contenedor, y como mínimo antes de que se produzca la mencionada espiralización.

Como contenedores alternativos a los convencionales, se utilizan los siguientes:

    • Sacos de cultivo, no rígidos, hechos generalmente de geotextil tejido o no tejido, permeable, con la parte inferior recubierta por una lámina de plástico que evita que las raíces la atraviesen, en los que se cultiva la planta hasta su transporte, de manera que hacen innecesarios las repicados.
    • Contenedores de paredes agujereadas, generalmente hechos de polietileno de alta densidad reciclado, dotados de un diseño que dirige las raíces hacia los agujeros laterales, donde la exposición al aire deshidrata sus puntas y estimula el crecimiento de nuevas raíces laterales (sistema de autorrepicado por aire), de manera que el árbol desarrolla una masa de raíces fibrosas muy robusta que le otorga mucha vitalidad. A la vez el diseño configura también un sistema antiespiralizante.

En todos los casos, debe evitarse que las raíces salgan por los agujeros de drenaje y enraícen en el suelo. Normalmente los contenedores se colocan sobre telas de plástico permeables o sobre lechos de grava o de cemento que lo evitan.

La densidad de cultivo de los árboles cultivados en contenedor debe ser la adecuada según las necesidades de los individuos, la especie o cultivar de que se trate, sus dimensiones y el sistema de producción utilizado.

  • Sustratos. El sustrato utilizado en la producción de árboles en contenedor debe tener una buena aptitud agronómica para el cultivo y la implantación posterior del plantel, de manera que facilite una buena supervivencia posplantación. Debe estar libre de semillas y propágulos de plantas no deseadas, así como de enfermedades y de plagas. Las características que debe tener un sustrato apto para árboles ornamentales dependen del tipo de cultivo y el destino, de la especie o cultivar de que se trate, del sistema de producción del vivero y de las características climáticas de la zona de producción y de implantación, teniendo en cuenta la previsión de la época de plantación. A la vez, no debe dejar residuos indeseables en la plantación definitiva. Debe permitir el desarrollo de las raíces en todo el volumen de sustrato.

Información extraída de la Norma Tecnológica de Jardineria y Paisajismo NTJ 07E Árboles de hoja perenne (2a edición revisada y ampliada), publicada en 2019. Dirección técnica: Xavier Argimon de Vilardaga.

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